domingo, 15 de abril de 2012

No hay argumentos lógicos, ni siquiera improvisados.

Un par de cervezas y algún que otro whisky,música sonando de fondo, y ella que no se va de su cabeza.Se ha dado cuenta de que el alcohol no hace el olvido, así que se ha rendido y ha decidido recordarla cada noche.Ella con su absurda felicidad y su locura, que por suerte o por desgracia no era pasajera.Le advirtió que no se enganchase a ella, que se buscase otro vicio más sano, y el tan idiota y kamikaze enamorado, se enganchó a sus besos, y no podía vivir un día sin el chute de felicidad que ella le daba.Pero el problema de los vicios es que duele dejarlos, y ahora ella sigue con su locura,mientras el se muere por un chute de los suyos.

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